De acuerdo al Informe Estadístico Criminal publicado por la Dirección Nacional de la Policía Técnica Judicial, durante la gestión 2001, se registraron 37.555 delitos denunciados ante sus oficinas en los nueve departamentos del país; que sumados a las denuncias y querellas no registradas y efectuadas ante las Fiscalías de Distrito, Tránsito, Aduana, FELCN y otros, nos aproximamos a 50.000 denuncias de delitos cometidos durante el 2001.
Lo que equivale a 137 delitos diarios registrados, y 4.167 mensuales.  Las ciudades con mayor comportamiento delictivo, son Santa Cruz, La Paz – El Alto y Cochabamba.  Los delitos mayormente denunciados, son: a) contra la propiedad (robo y hurto de especies), b) contra las personas, c) estafas financieras; y, d) delitos contra menores.
Se estima que del 100 % de las denuncias presentadas, escasamente un 20 % son judicializadas o ratificadas para su adecuado proceso investigativo y sancionatorio.
Lo anterior, se explica por varios factores, que si bien resultan difíciles de reconocer, son parte de la realidad que sufren los que acuden a una instancia de justicia como es la Policía, PTJ y la Fiscalía.  Estos operadores, carecen primeramente, de unos ambientes adecuados y debidamente equipados, donde las víctimas puedan sentar su denuncia cómoda y confiablemente, dentro del marco de la reserva y confidencialidad que requiere la víctima, luego de haber sufrido violencia y trauma;  sus recursos humanos, no están debidamente capacitados para brindar un trato adecuado a las víctimas. Ante esta situación, las víctimas prefieren evitarse la denominada “segunda victimización”, y terminan abandonando la denuncia pues no tienen los recursos suficientes para continuar con el esclarecimiento del hecho delictivo y no perciben la accesibilidad, seguridad, transparencia, equidad y confianza que pregonan  las Leyes.
Es preciso tener en cuenta que gran parte de los delitos que se cometen (como el maltrato infantil, violencia familiar, abuso sexual, aborto, asesinatos y tantos otros), llevan en el fondo el estigma de un problema que requiere una atención compleja, integral y de mayor compromiso con la sociedad; que meramente perseguir y sancionar a los delincuentes.  La víctima debe y merece volver a ser la protagonista principal de las políticas y preocupaciones fundamentales del Ministerio Público.

 

 

2.2. LA NUEVA CRIMINOLOGÍA.

 

Durante décadas, el único protagonista de la “escena criminológica’” ha sido el criminal, el mal llamado ‘sujeto activo del delito’, con sus condicionamientos biológicos, psicológicos y socioculturales. Su figura, atractiva, misteriosa y amenazante, genera sentimientos ambivalentes de rechazo‑admiración, y frecuentemente morbo. La criminología a lo largo de su historia, estaba centrada en el delincuente, en su búsqueda de explicación sobre la etiología del delito. La criminología, ya desde Lombroso, con la esperanza de encontrar las claves socio‑antropológicas de la criminalidad ha buscado determinantes genéticos, psicopatológicos, morfo‑biológicos y socioculturales de la conducta desviada, centrándose exclusivamente en la figura del infractor de la ley.

Los delincuentes históricos se han hecho célebres; sus víctimas han sido condenadas al anonimato. .Por el contrario, la víctima del hecho delictivo, no inspira más que lástima. Son los débiles en la lucha por la supervivencia que poseen el ‘rol de perdedor’ que no fascina (y a lo peor, no interesa) a casi nadie. Suele generarse un desplazamiento culpabilizante, una extendida tendencia a degradar a las víctimas por parte de los espectadores del fenómeno criminal. Incluso, comenta Hamilton (1987) que cuanta menor responsabilidad tiene la persona ofendida (valga como ejemplo el de la muchacha apuñalada por la calle), menos simpatía despierta en la sociedad, la cual tiende a buscar de cualquier manera alguna razón que justifique el hecho (no debería estar en ese lugar a esa hora...). Las actitudes de la gente son aún más negativas hacia las víctimas de violación (Kilpatrick, 1992).

A partir de la segunda mitad del Siglo XX, hay un cambio paradigmático e importante en la criminología como ciencia, la frase célebre de Werfel pronunciada ya en 1920: “No el asesino, sino su víctima es culpable” (Nicht der Morder der ermordete ist schulding), predecia su cambio. Quizá también se había agotado la búsqueda infructuosa de marcadores de la criminalidad en la figura individualizada del delincuente había la posibilidad de encontrar en la interacción con la víctima, la explicación de la criminogénesis.

La criminología había llegado a su extinción en su búsqueda de explicación del delito en el sujeto individual, tanto a nivel biológico, social antropológico y psicológico. El olvido de la víctima por parte de la psiquiatría forense también ha sido absoluto (Hamilton, 1987). Pero surgen tres pilares básicos para que la criminología cambie de rumbo: a) La criminología había llegado a su extinción en su búsqueda de explicación del delito en el sujeto individual, tanto en el ámbito biológico, social antropológico y psicológico. b) Tras la II Guerra Mundial, la teoría sobre el estrés y el aislamiento del Síndrome de estrés postraumático, por la Asociación Psiquiátrica Americana  y c) los movimientos victimológicos, asociaciones de mujeres maltratadas y los reclamos de indemnización o resarcimiento económico, que abre otro abanico nuevo aparte del original que planteaba el estado en el área penal, interesado más por la inimputabilidad del delincuente que por sus víctimas; ampliándose de este modo el campo de estudio victimológico dentro de la criminología hacia lo que en realidad debe ser su objetivo prioritario: la prevención del crimen, la disminución y tratamiento de sus víctimas.

Hay una definición integradora a decir de García de Pablos (1999) que la Criminología, es una ciencia empírica e interdisciplinaria, que se ocupa del estudio del crimen, de la persona del infractor, la victima y el control social del comportamiento delictivo, y trata de suministrar una información válida, contrastada, sobre la génesis, dinámica y variables principales del crimen-contemplado este como problema individual y como problema social-, así como sobre los programas de prevención eficaz del mismo, las técnicas de intervención positiva en el hombre delincuente y los diversos modelos o sistemas de respuesta al delito.

A diferencia de otras definiciones convencionales, es una respuesta integradora de  nueva imagen moderna de la Criminología, en plena sintonía con los conocimientos y tendencias actuales del saber empírico. Pero pretende respetar,  los orígenes de esta disciplina y su basta experiencia acumulada a lo largo de los años. Pero fundamentalmente amplia el ámbito de actuación de la criminología las investigaciones sobre la victima del delito y el denominado, control social.

De esta forma, hoy puede entenderse a la victimología, como a la nueva criminología y definirla como: la ciencia empírica e interdisciplinaria que se ocupa del crimen, del delincuente, de la víctima, de la política criminal y del control social del comportamiento desviado.

Pero existe consenso prácticamente general en señalar y homenajear a las figuras de Hans Von Hentig y al abogado Benjamin Mendelsohn como pioneros de la victimología. Ambos, en esencia, vienen a señalar que la criminogénesis depende de una compleja relación entre víctima y victimario, figuras éstas que no ocupan posiciones antinórmicas sino que interaccionan, sus ’roles’ respectivos se imbrican e incluso llegan a confundirse. En lo que Mendelsohn denomina la ‘pareja penal’, la víctima (que ya no es considerada como ‘sujeto pasivo’ del delito) puede contribuir (con mayor o menor culpabilidad) a su propia victimización.

Sin embargo, la victimología, no se va a ocupar tan sólo de la comprensión del fenómeno criminal a través de esa imbricación dual, sino que pretende un conocimiento lo más exacto posible de la criminalidad real; una especial consideración a los fenómenos psíquicos y problemas socio‑financieros generados por la victimización y una sensible mejora de los sistemas de apoyo y satisfacción. Recientemente se plantea un problema nuevo de gran importancia procesal: el bloqueo del recuerdo en el testigo ‑recuperable bajo hipnosis- provocado por el estado de ansiedad que produce el presenciar un crimen o ser víctima directa del mismo (Vingoe, 1991).

Para la O.N.U. (1985; Resolución 40/34) se ha de entender por víctimas las personas que individual o colectivamente hayan, sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo substancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. En la expresión víctima se incluye además, en su caso, a los familiares o personas a su cargo que tengan relación inmediata con la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir su victimización.

Señala García‑Pablos (1988) que “el microscópico mundo de la pareja penal, origen de la victimología debe ser superado y que el tradicional concepto de víctima muy restrictivo carece de operatividad”. Por otra parte, también existen otras muchas víctimas sociales además de las que el delito genera, por lo que el definitivo deslinde entre criminología y victimología se encuentra en debate. La inclusión de todas aquéllas en el campo de estudio, obligaría según Neuman (1984)  a “reconocer el nacimiento de una nueva ‑y autónoma‑ ciencia de las víctimas in genere con el acopio y la información, multidisciplinar pertinente”.

Esta nueva ciencia victimologica, es en realidad la nueva criminología, que nos obliga desde el punto de vista pericial, a la atención de la pareja penal, o pareja victimal. No-solo es la valoración corporal y psíquica del victimador sino más aun de la victima y cuyo estudio competería a una rama que nos atrevemos a denominar “victimología forense”.

Una preocupación de los penalistas y criminólogos en Europa (y fuera de Europa) es el fracaso de las instituciones estatales en lo referente a la asistencia a las victimas de los delitos en general, y, más aun, de algunos delitos concretos en particular, que R. Block (1984), demostraba en su libro, que había un aumento de la extensión y de la gravedad de la victimización.  Esta preocupación se funda también en que la debida asistencia a la victima, seriamente entendida y practicada, puede modificar radicalmente la justicia penal y abrir horizontes amplios para las sanciones sustitutivas de las penas privativas de libertad, algo que también ha sido recomendado en el Consejo de Europa.

 

2.3. FACTORES CRIMINOGENOS.

Los factores criminogeno se clasifican en tres grandes grupos: los sociales, los psicológicos y los biológicos.

2.3.1. FACTORES SOCIALES:

La sociología criminal es la ciencia que estudia los factores sociales, donde la criminalidad se incrementa sobre todo en aquellos lugares donde se tiene afectación de la calidad de vida.

2.3.2. FACTORES HISTÓRICOS:

Estos son comunes a los países latinoamericanos, como la violencia homicida y aun genocida de los conquistadores o descubridores contra grupo social donde el homicidio era de carácter bélico o por sacrificios humanos como es el caso de los incas, aztecas, mayas, etc. Posteriormente se pasa a la violencia de los colonizadores y de ahí a la esclavitud, después a las luchas por la independencia, no respetando a la vida ajena y a la propia.

Después de la independencia los eventos y revoluciones de la república, golpes de estado en gobierno de facto e intervenciones foráneas (perdidas territoriales) siguen el camino de la cultura de la muerte, en que las emociones negativas se trasforman en agresiones, con perdida de los valores y por canalización de los impulsos por esta vía.

2.3.3. FACTORES MACROSOCIALES:

Influyen en el incremento de la agresividad física contra la integridad del otro, tenemos los siguientes:

 

1.      La desordenada urbanización de las ciudades y la migración campesina a la ciudad, provocando engrosamiento de los cinturones de pobreza y miseria, este ultimo representa la necesidad de espacio donde no hay otros y quiebra los sistemas de atención social como el de salud. En las ciudades se ve a los campesinos recién llegados buscando trabajo (algunos se ubican en la construcción o como cargadores en los mercados), otros se inician en rústicas actividades comerciales como la venta de productos de bajo precio (chicles, flores, frutas, fósforos, etc en las calles.

2.      La falta de planificación urbana provoca diversos asentamiento irregulares, carentes de los servicios básicos (energía eléctrica, agua potable, centros de salud, escuela y policía). Las viviendas de estos lugares construidas con materiales precarios, sin ningún servicio higiénico, provocando diversas enfermedades. Estas viviendas improvisadas, en que sus moradores no invierten materiales adecuados por el peligro de ser desalojados y perdiendo lo invertido, hacen del núcleo familiar una situación emocional inestable, sufriendo diversas privaciones, lo que se traducirá en actitudes violentas hacia los demás moradores.

3.      El desempleo y el subempleo, encontrándose a personas vendiendo variados productos en las aceras de las calles o en las esquinas, siendo un detonador de conducta ilícita y violenta.

4.      El narcotráfico, al margen del efecto de las drogas y también expresión del crimen organizado

5.      El incremento de la pobreza

6.      El enfrentamiento político

7.      Inclusión y exclusión de grupos humanos  y marginalismo.

8.      Impunidad, así como la corrupción, delincuencia y violencia dentro del sistema judicial y la policía.

9.      El consumismo que socialmente genera frustración

10. Falta de educación.

11. El alcoholismo, provocando en el ser humano una desinhibición de su conducta que se manifiesta en impulsivismo, mientras mayor haya sido el consumo, mayor la disminución de la capacidad critica y de juicio. El medioambiente influye, por los medios de comunicación hacen una apología del consumo de bebidas embriagantes.

12. Es mas dañino que el problema económico, el impacto psicológico, ya que debido a las alteraciones del juicio y conducta, la familia vive siempre en estados de angustia, teme sus reacciones violentas y no se encuentra en condiciones de enfrentarlas.

13. Los medios de comunicación masiva, especialmente la televisión se invoca el riesgo de la difusión habitual de agresiones contra otros repetidamente, como esquema de conducta practicada por personajes con lo que el espectador se identifica, formando patrones violentos sobre todo en etapa preescolar.

14. La prensa roja o sensacionalista, ejerce también un efecto sugestivo, los espectáculos violentos (boxeo, toreo, lucha libre, etc) también tienen un efecto inductor de violencia.

15. El Internet, los juegos electrónicos y los juguetes como armas de fuego, y hasta la literatura infantil reflejan la crueldad y la conducta violenta.

 

2.3.4. SUBCULTURAS VIOLENTAS:

En esta subcultura violenta a los factores macro sociales ( ya descritos) hacen resonancia aspectos como el machismo acentuado, aumento de la conducta agresiva por imitación vivencial, facilidad de la experiencia criminal. Las altas tasas de violencia para un grupo identificable especialmente en los jóvenes, cuyos integrantes de estos subgrupos son tan propensos a ser vicitmizados como a delinquir.

Los campesinos vienen de poblados rurales con al esperanza de encontrar mejor nivel de vida en las ciudades, pero al no adaptarse les invade la frustración que esta íntimamente relacionada con el alcoholismo y con conductas violentas e ilícitas. Las marginaciones internas, que suelen ir acompañadas por trastornos en la vida familiar y ejercen una influencia destructora sobre los controles sociales, hay ausencia de políticas de asistencia publica, de protección social, desintegración familiar y las malas condiciones de la vivienda y el desempleo, despiertan en los individuos tendencias a la desesperación y de conductas violentas.

 

2.3.5. FACTORES FAMILIARES:

Sabemos que la familia es la célula básica de toda sociedad, como grupo humano tiene gran importancia en la formación de la personalidad de los individuos que la forman. Las peculiaridades de la conducta violenta en el medio familiar son los siguientes.

1.      La desorganización familiar implica una serie de cambios en la vida de los que la padecen, perturbando el proceso de socialización, e influirá en la conducta posterior del niño en la conducta desviada y violenta.

2.      Violencia física presenciada por el futuro agresor en su familia, es uno de los más invocada.

3.      Maltrato físico o psicológico, incluso sexual contra el futuro agresor en el seno de su familia.

4.      Formación de tradición violenta desde la familia, por el empleo del tiempo, tipo de preferencia cultural, consumo de sustancias controladas, identificar trastornos psicopatologicos que facilitan la conducta violenta.

 

2.3.6. FACTORES PSICOLÓGICOS:

Según Needler escribió sobre: Los habitantes de Latinoamérica no tienen una opinión elevada de su propio carácter, compensando con su autoafirmación “yo” con una insistencia en la masculinidad, que en sus relaciones interpersonales se evidencia una persistente voluntad de dominio, combinando el fatalismo indio y la orgullosa autoafirmación del español. Esta exagerada autoafirmación de su persona es lo que comúnmente se conoce como machismo.

Según S. Ramírez:  que habla sobre el machismo del mexicano no es en el fondo sino la inseguridad de su propia masculinidad. Los grupo de amigos siempre son masculinos, los anfitriones y juegos serán “machos”; En el mundo social y emocional se excluye generalmente a la mujer, la vida social es predominantemente masculina, los contactos con la mujer se dirigen siempre afirmar la superioridad del hombre.

Por un lado el machismo, que hace que el hombre busque los métodos violentos, el uso de la fuerza (puños, patadas, etc.) para resolver sus controversias y por otro lado su inmadurez, que al no tener conciencia de su ser y no estar preparado, maduro en su carácter, hacen que se provoque una conducta violenta. Esta inmadurez psicológica les impide resolver sus problemas mediante la razón y mantener una actitud de continua imprevisión al futuro.

El mexicano y en general el latinoamericano es común que gaste mas de lo que percibe o este siempre al día porque gasta todo lo que gana, teniendo a su familia en una situación económica familiar inestable. Tiene la violencia a flor de piel, porque no se prepara para llevar una vida equilibrada, serena, madura y estable.

E. Pérez y M. Pons, manifiestan que no toda anormalidad psicológica es enfermedad y de que las irregularidades del medio familiar o social pueden determinar la conducta agresiva, citan como rasgos psicopatologicos que son proclives a la agresión en sujetos no psicóticos las siguientes:

 

1.      Alcoholismo y drogadicción, que en el caso del consumidor habitual u ocasional, puede tener una conducta agresiva estimulándola o desinhibiéndola.

2.      Propensión a la frustración o sensación de abandono o rechazo.

3.      Propensión a la culpa con la siguiente propensión al castigo.

4.      Impulsividad de origen neurótico o psicoorganico.

5.      Pobreza o falta de patrones morales.

6.      Aprendizaje por modelación de conductas violentas.

7.      Propensión a estados pasionales y emociones intensas con afectación de la regulación conductual.

8.      Perversión sexual.

9.      Pobre identidad propia y participación disocial en grupos.

10. Pobres capacidades para la relación y sensibilidad interpersonal.

 

2.3.7. FACTORES BIOLÓGICOS:

Desde Lombroso con su enfoque de los delitos causados o vinculados a anormalidades morfológicas, hasta la fecha en que se acepta por las corroboraciones diagnosticas, se puede hablar como factores criminógenos,  los siguientes.

 

1.      Efectos de agresividad como consecuencia del largo consumo de tóxicos como el alcohol y las drogas.

2.      Daño cerebral difuso, puede estar asociado a maltrato infantil o en etapas pre o peri- natales.

3.      Daño cerebral localizado.

4.      Trastornos en la lateralidad hemisférica, con mayor porcentaje de hemisferio dominante derecho.

5.      Disturbios en la serótonina, su disminución lleva a un bajo control conductual y parece favorecer a las adicciones al alcohol y trastornos de la glicemia.

6.      La hipoglucemia puede determinar irritabilidad y favorecer conductas violentas y agresivas.

7.      En bajos niveles de colesterol sérico en hombres, parece estar asociado a conductas violentas.

8.      El hipertiroidismo cursan con alteraciones psíquicas y favorecer la impulsividad agresiva.

9.      Se plantea que las hormonas masculinas incrementan la tendencia a la agresión en tanto que los estrógenos las disminuyen. Hay reportes de que ocurren casos de violencia, donde la victimaria es la mujer durante los días previos a la menstruación, momento en que se produce una disminución fisiológica en los niveles de estrógenos.

10. En cuanto a la genética de conducta delictiva, se ha informado el hallazgo de la anormalidad cromosomica XYY en mayor proporción en agresores violentos, en comparación de los que no lo son. Si  que se haya demostrado una causa directa.

 

2.3.8. FACTORES VICTIMALES:

Las víctimas son personas que individual o colectivamente han sufrido daños inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo de sus derechos fundamentales como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los estados miembros incluida la que proscribe el abuso de poder.

La víctima se siente maltratada por el sistema legal, percibe el formalismo jurídico, sus decisiones como una inmerecida agresión (victimización secundaria) producto de la insensibilidad, el desinterés y el espíritu burocrático del sistema legal. Tiene la impresión de ser objeto y no como sujeto.

También se comenzó a estudiar actitud y propensión de los sujetos para convertirse en víctimas del delito (riesgo de victimización),tipo de víctimas, daños que padece la víctima como consecuencia del delito (victimización primaria) y de la posterior intervención del sistema legal (victimización secundaria), actitudes de la víctima respecto al sistema legal y sus agentes (victimología procesal), programas de prevención del delito a través de grupos con elevado riesgo de victimización.

 

2.4. LA VICTIMA.

Generalmente sólo hablamos de los delitos y de quienes lo cometen y de cómo pueden o deberían ser sancionados; pero poco o nada hemos avanzado en entender a cabalidad quién es la víctima, que consecuencias o traumas sufre.  Cómo debíamos apoyarlo, atenderlo, o cómo debíamos reponer el daño sufrido, cómo debíamos tratarlo en los organismos de administración de justicia (Policía, PTJ, Ministerio Público, Poder Judicial y otros).

La persona que ha sufrido y ha sido víctima de un delito, enfrenta un trauma de dolor y sufrimiento, pues generalmente el delito siempre implica violencia y maltrato, que puede provocar daños colaterales en aspectos físicos, psicológicos y comportamiento psicosocial que afecta a su entorno debido al quebrantamiento de las reglas y normas establecidas por las leyes.  Además del sufrimiento y la violencia, la víctima luego de ese momento, tendrá que convivir – en algunos casos de modo muy cruel – con los daños colaterales de ese anónimo “quiebre de reglas”. 

También las familias, o grupos sociales que sufren o son víctimas de un delito, generalmente enfrentan traumas que se expresan particularmente, en la pérdida de confianza en el sistema de administración de justicia y ven cómo sus reglas de convivencia social son alteradas y trastocadas, viviendo con una constante sensación de inseguridad y riesgo que afecta al normal desarrollo de las relaciones sociales y crecimiento psicosocial de sus habitantes, que ven cómo se pierden las reglas de ética, valores morales y reglas jurídicas.  Existe inseguridad ciudadana y se violan los derechos de la propiedad privada, de las garantías individuales - sociales y de la convivencia pacífica.

Cuando una víctima acude a los órganos de justicia – Policía, PTJ, Fiscalía -, a efectos de sentar denuncia pese al dolor y daño sufrido, con una valiosa actitud de colaboración al esclarecimiento del delito y coadyuvar con las investigaciones; generalmente no recibe un trato y atención adecuada, no recibe una asistencia inmediata, no es informada debidamente sobre el proceso y pasos a seguir, no recibe un trato respetuoso y mucho menos equitativo, no cuenta con información efectiva sobre sus derechos y es maltratada por el sistema legal, produciéndose lo que doctrina de Victimología denomina “SEGUNDA VICTIMIZACION”; experiencia que en muchos casos resulta incluso más perjudicial y traumante que el propio hecho delictivo, y termina provocando actitudes personales y colectivas de desconfianza y rechazo al sistema de justicia y sus operadores.

La víctima nada puede decir con relación a su propio conflicto, ni siquiera en el modo que prefiere ser atendida, ser reparada en relación con su daño.  El sistema de justicia y los operadores están muy preocupados y ocupados en la vigencia plena del estado de derecho y el de ejercer la justicia a favor de la sociedad; pero nadie pregunta nada respecto al dolor y trauma de la víctima, nadie se preocupa de ella; y, en muchos casos, para los operadores como la Policía, PTJ y Fiscalía, les resulta un “verdadero estorbo”, pues su pobreza de recursos presupuestarios es de tal magnitud, que ni por asomo pueden contar con recursos humanos especializados en atención a la víctima y mucho menos contar con unidades, logística y ambientes adecuados para atenderlos; es así que no saben cómo enfrentar situaciones de crisis psicológica y física de las víctimas, y mucho menos poder brindar albergue, alimentación, cuidado, etc., a menores familiares y/o víctimas menores, adolescentes, indigentes, etc.

Esta situación es patéticamente grave en nuestro país, cuando se advierte que gran parte de quienes cometen delitos – sobre todo los denominados “comunes” – son en su mayoría ciudadanos pobres; y, donde la mayoría de las víctimas, son también de estratos sociales de escasos recursos.  Esta situación pone en serios aprietos a los operadores de justicia que reciben en primera instancia denuncias de delitos y deben realizar verdaderos “malabarismos” para atender las necesidades “colaterales” de las víctimas.

Es preciso tener en cuenta que gran parte de los delitos que se cometen (como el maltrato infantil, violencia familiar, abuso sexual, aborto, asesinatos y tantos otros), llevan en el fondo el estigma de un problema que requiere una atención compleja, integral y de mayor compromiso con la sociedad; que meramente perseguir y sancionar a los delincuentes.  La víctima debe y merece volver a ser la protagonista principal de las políticas y preocupaciones fundamentales del Ministerio Público.

 

2.5. TIPOS VICTIMALES.
 

Agresiva: La víctima inicia la agresión con lo que determina en el que resultara homicida igual tipo de conducta en respuesta proporcional o no. Es la variante más activa de víctima en cuanto a provocar la agresión.
Provocadora: (Más Culpable Que El Infractor) La víctima consciente de las consecuencias inmediatas que traerá su acción, provoca, reta, invita o insta al que resultara homicida para que ejecute la agresión.
Imprudencial: La víctima es consciente de que adopta conductas o posturas que atraerán de inmediato la agresión, pero calcula que esta no se producirá o cree que se producirse, la evitará con éxito controlará la situación por dominio o no será realmente grave.
Propiciatoria:  (Victima  Por Ignorancia O De Culpabilidad Menor). La víctima tiene conductas o comunicaciones que favorecen que se produzcan de inmediato la agresión pero no es consciente de que está produciendo tal efecto.
Inocente: La víctima no tiene conductas inmediatas que favorezcan la agresión.
 

            ¿PERO QUIEN ES LA VICTIMA Y QUE HEMOS HECHO POR ELLA?

Se considera víctima, según el Art. 76. de la Ley No. 1970 Código de procedimiento penal, promulgado el 25 de marzo de 1999:

 ·   A las personas directamente ofendidas por el delito;

·   Al cónyuge o conviviente, a los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, al hijo o padre adoptivo y al heredero testamentario, en los delitos cuyo resultado sea la muerte del ofendido;

·   A las personas jurídicas en los delitos que les afecten; y,

·   A las fundaciones y asociaciones legalmente constituidas, en aquellos delitos que afecten intereses colectivos o difusos, siempre que el objeto de la fundación o asociación se vincule directamente con estos intereses. 

 

Son múltiples las tipologías victimo‑individuales desarrolladas hasta la fecha:

García De Pablos (1988) establece la siguiente clasificación:

1. Víctima enteramente inocente o víctima ideal. Es aquella que no ha hecha nada para provocar la acción criminal o delictiva que sufre. Es, por tanto, absolutamente ajena a la actividad del delincuente que la sufre. Es, por tanto, absolutamente ajena a la actividad del delincuente;

2. La víctima por ignorancia. Es aquella que da impulso, aunque no deliberado al delito. Por su propia irreflexión, provoca su propia victimización, facilitando la actuación del delincuente;

3. La víctima provocadora. Es la que incita o mueve con su conducta, al hecho delictivo. El factor provocación, como su propio nombre indica en esta tipología de las víctimas, es determinante o decisivo;

4. La víctima voluntaria. Es la que evidencia palpablemente su colaboración con un hecho delictivo. Es el caso típico de la eutanasia;

5. La víctima agresora. Esta tipología ofrece dos variantes perfectamente nítidas: De un lado, la simuladora, que es la que acusa falsamente, y otra, la imaginaria, que es aquella que inventa su propia condición de víctima, cuando no se ha producido la infracción o el hecho delictivo.

Neuman (1984) propone la siguiente clasificación:

1. Las víctimas individuales, distinguiendo entre las mismas a aquellas que carecen de actitud victimal, frente a las que adoptan una actitud victimal dolorosa o culposa;

2. Las víctimas familiares, contando entre éstas a los niños y a las mujeres maltratadas, así como distintos delitos cometidos en el seno de la familia.

3. Las víctimas colectivas mencionando, entre ellas, a la comunidad como nación, por la que hace a determinados delitos como la rebelión y la sedición;

4. La comunidad social, en relación con el genocidio, delitos de cuello blanco y terrorismo de Estado, y determinados grupos sociales lesionados en sus derechos y a través del sistema penal, todo ello en relación con la tortura, excesos en materias de prisiones preventivas, existencias de leyes criminógenas, etc.

5. Víctimas sociales, que son aquellas colectividades a las que el propio sistema social convierte en víctimas o en delincuentes. En este grupo entran los minusválidos, los ancianos, los marginados socialmente, las minorías étnicas, raciales y religiosas, etc.

Estas clasificaciones, magnifican la relación dinámica entre víctima y victimario en la génesis del delito, pero olvidan aspectos fundamentales del fenómeno victimológico. Landrove (1990) va más lejos y diferencia en virtud de los criterios legislativos internacionales entre victima “ indemizable” y “no indemnizable”.


2.6. LA VICTIMA “ IDEAL “.  EL NIÑO MALTRATADO.
Por víctima ideal se entiende aquella que en nada contribuye a su victimización. Es aquélla totalmente inocente, “víctima” en el más amplio sentido del término. Las victimas del terrorismo, también, pero no hay víctima más propicia que el niño. Es la víctima ideal por excelencia. Es el recién nacido que es abandonado en la calle, el que una vez asesinado es ocultado en una bolsa de basura, el niño violentamente agredido o (aún con más frecuencia e impunidad) aquél sutilmente violentado ya sea psicológica o físicamente (síndrome del bebé sacudido o “shaking Syndrome”; Münchausen por poderes; neonaticidio e infanticidio, etc.)

2.7. LA VÍCTIMA CULPABLE.
Toda víctima de un delito, no es necesariamente inocente. Esa es la idea estereotipada de la víctima. En muchas ocasiones, la víctima colabora activa o pasivamente, consciente o inconscientemente, dolosa o culposamente en su propia victimización. Por ello hay que superar los esquemas tradicionales entre autor del delito (activo y malo) y al víctima (pasiva y buena) (Peris, 1988).

Algunas, están inmersas en una relación continua de tipo sado-masoquista. A estos comportamientos desarrollan una agresividad creciente y cuando un cierto límite de intensidad es sobrepasado, resulta una agresión seria o incluso la muerte de un miembro del grupo. El azar determina quién resultará víctima y cuál será el criminal. (Marcó del Pont, 1986).

La víctima provocadora, es aquella que consciente o inconscientemente incita, excita, irrita, induce o estimula al agresor.

La provocación pasiva o negligente estimula las motivaciones latentes del criminal, favoreciendo su paso al acto.

Joutsen (García-Pablos, 1988), diferencia -facilitating victim- e -inviting victim-. En el primer caso la victima facilitante, se trata del sujeto que no toma las cautelas razonables propias de la prudencia,  lo que es aprovechado por un tercero ya decidido a delinquir o generar una decisión delictiva antes inexistente. -Inviting victim- es aquél, que invita al delito, que asume conscientemente riesgos de criminalización innecesarios. Por tanto, la diferencia entre ambos estriba en el grado de conciencia respecto a la situación de riesgo que se asume.

Mendelson (1973) incluye la víctima simuladora que acusa mediante falsedad o engaño al supuesto infractor y la victimización imaginaria que se da en sujetos pleitistas, reivindicadotes, paranoides, delirantes, histriónicos y mitómanos (Neuman, 1984).


2.8. VICTIMIZACIÓN PRIMARIA Y SECUNDARIA. LA VÍCTIMA OCULTA.
 

La primariedad y secundariedad de la victimización dependen de la fuente victimizante. La ofensa desencadenada por el propio hecho delictivo conduce a una victimización primaria. La víctima secundaria nace fundamentalmente de la necesaria intersección entre un sujeto y el complejo aparato jurídico-penal del Estado pero también por el mal funcionamiento de otros servicios sociales.

No extraña que muchas víctimas prefieran no denunciar un hecho o que una vez presentada la denuncia y ya inmersos en le entramado jurídico-penal, se arrepienta de ello.

La persona que ha sufrido y ha sido víctima de un delito, enfrenta un trauma de dolor y sufrimiento, pues generalmente el delito siempre implica violencia y maltrato, que puede provocar daños colaterales en aspectos físicos, psicológicos y comportamiento psicosocial que afecta a su entorno debido al quebrantamiento de las reglas y normas establecidas por las leyes.  Además del sufrimiento y la violencia, la víctima luego de ese momento, tendrá que convivir – en algunos casos de modo muy cruel – con los daños colaterales de ese anónimo “quiebre de reglas”

 

Shapland (1985) se ha interesado por todos aquellos elementos que molestan a las víctimas de un delito y el concepto que en las victimas tienen de la Administración. Habiendo realizado varios trabajos estadísticos, en los que pueden destacarse las siguientes consideraciones:

1.      La policía.  Los miembros de la policía son vistos como seres insensibles sólo preocupados por el aspecto burocrático. Proporcionan escasa información a la víctima y aún estando la misma llorosa, prefieren no esperar al día siguiente para tomar declaración o ver fotografías en la comisaría.

Los médicos. En ellos predomina la búsqueda de la evidencia (tomar muestras, por ejemplo) sobre el tratamiento.
La interacción de la víctima con el forense suele apreciarse  como desagradable, especialmente en delitos sexuales.
El juzgado, según Shapland, proporciona la mayoría las experiencias más molestas. Nadie tiene tiempo para charlar. Las largas esperas; policías, funcionarios, etc., proporcionan una imagen lamentable de la Administración de Justicia.
Los letrados de la defensa. Muchas veces, la víctima está desprotegida y no sabe qué hacer. Algunos letrados más preocupados por el negocio prestan escaso interés al caso.
Los fiscales son los funcionarios peor conceptualizados: mal informados, ausentes, distantes y despreocupados absolutamente sobre la ayuda y compensación a las víctimas a las que ven de cerca por primera y única vez en la sala de juicios.
 

Además de todo ello, la víctima va a tener que soportar durante meses o años la incertidumbre de un proceso penal que nunca parece concluir.

Por último, soportará en el juicio oral la reviviscencia de los hechos, las preguntas y afirmaciones en descrédito evacuadas por la parte contraria y en ocasiones el no ser ni tan siquiera creído.

 

2.9. LA VICTIMIZACIÓN DEL VICTIMARIO.
Se refiere al daño que el aparato represivo del Estado infringe al supuesto autor del delito, a veces también víctima. Si bien ha mejorado, sobre todo en países democráticos el tratamiento dado al supuesto victimario, los derechos fundamentales de las personas siguen siendo violados. La toma de contacto con la deshumanizada Administración de Justicia es considerada como una experiencia lamentable. Por otro parte, los efectos de la prisionización, monótona medida de la que sólo aparece disponerse y la falacia de la resignación social hacen que la culpa, con frecuencia, no se termine de pagar nunca.
 

2.10. LA VÍCTIMA DE RIESGO.
 

No cabe duda de que parecen existir sujetos proclives a sufrir complicaciones en la vida, que tienen mala suerte. Pero, al igual que ocurre con el criminal, la víctima no se deja caracterizar por ninguna constelación de rasgos de personalidad, marcadores biológicos o factores sociales. Cualquiera puede delinquir; cualquiera puede ser víctima.

En los delitos violentos, el débil es la presa fácil preferida por el depredador. Los factores biológicos como la raza, la edad, el sexo, la discapacidad tienen una importancia trascendental en este campo.

Feldman (1977) ha concluido que la agresión se reduce ante la presencia de un oponente que se percibe con alta capacidad de venganza y en disposición de utilizarla.

Existen otros factores de peligro en la victimización violenta, como los socio-económicos (marginación, pobreza) y algunos rasgos de personalidad (afán de notoriedad, paranoidismo).

 

2.11. LA VICTIMIZACIÓN COMPLICADA.
Al hecho delictivo pueden seguirle complicaciones que trastoquen por completo el plan de vida, que generen infinidad de problemas no sólo psicológicos y sociales sino que incluso, al final de la cadena terminen con la vida de la persona primariamente agraviada. Por ejemplo, en la mujer que es violada y desarrolla un embarazo  o una infección por virus del SIDA, o que se ve impulsada a la prostitución, o termina con la ruptura de su propio matrimonio, o en el accidente de circulación en el que el conductor, además de sufrir daños directos, sufrirá la culpa del fallecimiento de otras personas, incluso su cónyuge e hijos con ocasión del hecho.

A veces la cadena causal es tan rica que aboca a la víctima a un estado lamentable de victimización sin fin.

 

 2.12.  LA MUJER COMO VICTIMA.

Recientemente se ha definido la victimización dentro de la violencia intrafamiliar, como el “síndrome de agresión a la mujer” (SAM) (Lorente, 1998) refiriéndose a las "agresiones sufridas por la mujer como consecuencia de los condicionantes socioculturales que actúan sobre el género masculino y femenino, situándola en una posición de subordinación al hombre, y manifestadas en los tres ámbitos básicos de relación de la persona: Maltrato en el medio familiar, agresión sexual en la vida en sociedad y acoso en el medio laboral".

El síndrome queda definido como un hecho general caracterizado por la realización de una serie de conductas agresivas hacia la mujer en las que la violencia se desarrolla bajo unas especiales circunstancias, persiguiendo un determinado objetivo y motivado por una serie de factores comunes.

 

2.13. TEORÍAS SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER:

 

Según E. Vargas Alvarado:

 

2.13.1. TEORÍAS PSICOLÓGICAS:

Según Erin Pizzey, habla del comportamiento violento es instintivo y racional, los victimarios  de mujeres tienen la violencia física en la mente desde la niñez y están fuera de la Ley.
Para Gayford, el hombre y la mujer pueden por igual provocar violencia, cuando lo hace la mujer se convierte en víctima. Al alcohol se le atribuye el papel de factor precipitante.
 

Esposa inadaptada: hija agredida, se caso en forma precipitada, para alejarse del hogar paterno.
Esposa demasiado competente: creció rodeada de mucha protección, tuvo una educación esmerada, su excesiva competencia exaspera al marido, debe recibir psicoterapia.
Esposa provocadora: coqueta con otros hombres, busca experiencias excitantes y provoca celos del cónyuge.
Esposa de larga resistencia: resignada desde la niñez a ser maltratada, tiende a refugiarse en el alcoholismo.
Esposa alcohólica: fármaco dependiente y paciente psiquiátrica, suele elegir un compañero de características similares.
Esposa violenta: se enfrenta al marido agresor.
 

Judd Marmor indica que las causas de la violencia son individuales y colectivas.
a.      Las causas individuales son biológicas, como factores genéticos, hormonales, enfermedad cerebral orgánica y abuso de drogas, Las causas psicógenas, son la frustración, envidia, rechazo, inadaptación y alineación.

b.   Las causas colectivas: la pobreza y las escenas de violencia de los medios de comunicación ofrecen a individuos susceptibles de la misma.

 

Según Seymour Hellerck, las conductas y las condiciones medioambientales deben dar sospecha de violencia al personal de salud.
Entre las conductas. Antecedentes de comportamiento violento, amenazas de violencia, pérdida de los padres, brutalidad paterna e inestabilidad emocional.
Entre las condiciones del ambiente: abuso de drogas, desavenencias familiar reciente y situación de baja autoestima del individuo, especialmente de los varones de la familia.
 

El riesgo del tiempo compartido, la pareja se tolera durante la semana, mientras que cada uno está ocupado en su trabajo, pero el domingo que permanecen juntos hay discrepancias y estalla la violencia.
 

2.13.2. TEORÍAS SOCIOLÓGICAS:

 

Según Rebeca y Russell  Dubash, indica que la violencia es endémica de las sociedades occidentales modernas, donde el hogar se ha convertido en lugar más peligroso para la mujer y los hijos que para el esposo.
Para Gelles, la violencia como un medio para lograr un fin: donde la violencia es una respuesta al estrés causado por las estructuras establecidas; el estrés produce a veces frustración que es seguida de violencia como un fin.
 Goode nos habla de la teoría del Intercambio; mientras el hombre disponga de más fuentes para satisfacer sus necesidades, hará menos uso de la violencia; mientras que el marido de clase baja sólo le queda la fuerza física para mantener su supremacía dentro de la familia.

 Para O’Brien la teoría de la inconsistencia de estatus: cuando el marido lo supera en educación, instrucción, trabajo y salario, la violencia es el reforzamiento de la dominación masculina.

 Según Murria A. Strauss, expresan que la violencia intrafamiliar se debe a la desviación de las estructuras de autoridad, sería el uso de mayor fuerza física por parte del hombre para defender su posición de superioridad; la sociedad le inculca a la mujer el papel de madre y esposa, reforzando la dependencia hacia el marido.

Según Whitehurst, quien dice que el propósito de la violencia masculina es controlar a la mujer, permitiendo al marido sentirse superior dentro el núcleo familiar.
Para Jalma Hanmer, expresa que el aparato estatal representa los intereses del varón como grupo dominante, donde el estado define a la mujer como inferior en estatus que el hombre.
 

2.13. 4. TEORÍAS CRIMINOLÓGICAS:

 

Morán habla de la Subcultura de la violencia., Representada por los hombres, la violencia es el medio de resolver los problemas y demostrar autoridad. Este comportamiento es trasmitido culturalmente de generación a generación.
 

Los autores Marvin Wolfgans y Franco Ferracutt, hablan del Machismo como uno de los factores que forma parte del sistema de valores, que lleva a responder con violencia a estímulos relativamente débiles.
 

3.                 Prescott dice que la agresión física reprime el comportamiento     sexual, indica que hay relación entre la privación de afecto físico y la represión sexual de los adolescentes con respecto al comportamiento de agresión física.

 

2.14. SÍNDROME DE MALTRATO A LA MUJER.

El Síndrome de Maltrato a la Mujer (SINAM), (Lorente, 1998); se define como el "conjunto de lesiones físicas y psíquicas resultantes de las agresiones repetidas llevadas a cabo por el hombre sobre su conyugue, o mujer a la que estuviese o haya estado unido por análogas relaciones de afectividad".

El síndrome de maltrato a la mujer (SIMAM) viene definido, pues, por un cuadro lesional resultante de la interacción de los tres elementos que intervienen en las lesiones: el agresor, la víctima y las circunstancias del momento o contexto.

 

2.14.1. SÍNDROME DE LA MUJER VIOLADA:

Este síndrome (SMV) fue descrito en 1974, por Burgess y Holstrm, describiendo los signos y síntomas que experimenta una mujer violada. Su vida se ve totalmente afectada por la experiencia, con alteraciones de la conducta, miedo a estar sola, ansiedad irritabilidad. Aumento de pensamientos intrínsecos sobre el suceso con rabia, furor y autoinculpación. Cambio de residencia. La sintomatología dura mas de un año. En 80 pacientes solo un tercio se recupero al año y un 25% no se había recuperado a los 4 años. (Burgess 1974).

 

2.15. EL VICTIMADOR.

El agresor es alguien que mantiene o ha mantenido una relación afectiva de pareja con la víctima.  No presenta rasgos específicos, ni típicos en la personalidad, salvo el haber sido testigo o víctima de violencia por parte de los padres durante la infancia o adolescencia. Muchos hombres maltratan a la mujer simplemente con el único fin de conseguir otros objetivos, para forzar a la otra persona a “hacer algo”.  (Hoatling, 1989) (Sonkin y Dunphy, 1982).

 

2.16. CONTEXTO SOCIO-CULTURAL.


Como bien lo expone (Lorente, 1984), La violencia funciona como un mecanismo de control social de la mujer y sirve para reproducir y mantener el status quo de la dominación masculina.  La conducta violenta frente a la mujer se produce como patrones de conducta aprendidos y transmitidos de generación a generación. Las mismas normas sociales minimizan el daño producido y justifican la actuación violenta del marido. Se intenta explicar atribuyéndola a trastornos del marido o, incluso, de la mujer. Por el contrario, el alcohol, tantas veces esgrimido como causante o precipitante del maltrato, ha sido eliminado como un factor etiológico directo de este tipo de violencia.

 

2.16.1. LA PREVENCIÓN VICTIMAL:

Una intervención no penal de los poderes públicos.
Disminuye el elevado costo social que la prevención criminal implica.
Corresponzabiliza a la comunidad, a la víctima potencial en la defensa de los bienes o intereses más valiosos evitando la puesta en marcha del sistema legal y su tardía intervención.
Propicia diseño de programas de prevención de alto contenido social.
 

 2.16.2. VÍCTIMA Y POLÍTICA SOCIAL:

 

La víctima no reclama una compasión sino respeto a sus derechos. La efectiva resocialización de la víctima exige una intervención positiva de los particulares y de los poderes políticos dirigida a satisfacer solidariamente las necesidades y expectativas reales de aquellas.
La víctima sufre a menudo un severo impacto psicológico aparte del daño material o físico.
La sociedad por otra parte estigmatiza a la víctima. La victimización produce aislamiento social y marginación.
La actuación de las instancias del control penal formal multiplica y agrava el mal que ocasiona el delito, la víctima se siente maltratada y despreciada por ellas.
 

2.16.3. VÍCTIMA Y SISTEMA LEGAL:

 

Todos conocemos que los delitos denunciados son los únicos que se persiguen por tanto la víctima es importante en la marcha del sistema legal.

La víctima es un testigo de excepción cuyas vivencias y percepciones sobre la actuación de los diversos agentes del sistema en sus diversas fases aportan una información valiosa para el mejor funcionamiento del control social penal.

Factores que contribuyen a que la víctima no denuncie el delito:

 

Impacto psicológico que el propio delito causa a la víctima, temor, abatimiento.
Sentimientos de impotencia o indefensión personal que experimentan la víctima unido al de desconfianza hacia terceros, la víctima cree en la inutilidad y en la ineficacia del sistema legal.
Propósito justificado de evitar los posteriores perjuicios adicionales para el denunciante (victimización secundaria), porque la investigación y el proceso judicial deparan molestias tanto en el ámbito material como anímico.
 

Para conseguir niveles más satisfactorios de colaboración de la víctima con el sistema legal hay que incidir o neutralizarlos factores relevantes en su proceso de motivación y paralelo a ello es necesario mejorar también los recursos o infraestructura del sistema.

Existen dos vertientes fundamentales de investigaciones criminológicas con relación a la víctima en su paso por las distintas fases del proceso:

1.     La víctima suele estimar satisfactorio su encuentro inicial con la policía exhibiendo una actitud positiva pero después, cuando esta etapa  finaliza, la actitud hacia la policía se deteriora porque no hay una buena comunicación y se frustran las expectativas de la víctima.

2.      La víctima se siente maltratada por el sistema legal considera que no recibe el mismo trato, no se le informa adecuadamente.

3.      Las características y actitudes de la víctima influyen en las decisiones del sistema jurídico penal de modo o directo o indirecto ya que existe proceso de interacción juez-víctima.

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Fuente: Nuñez de Arco, J. "La Victima"(2004) Ed. Proyecto Sucre Ciudad Universitaria. Sucre Bolivia, 27-32