1. "Un recorrido en el tiempo 1835-1927
Cuando hoy en día surge una investigación relacionada con la utilización de armas de fuego todos sabemos, más o menos, que no hay dos armas que dejen idénticas marcas en la munición empleada. Y que, mediante el estudio de las lesiones dejadas en el proyectil cuando éste se desliza por el ánima del cañón, o las producidas en la vaina, por la rampa de alimentación, las paredes de la recámara, la culata de cierre, la aguja percutora, el extractor y el expulsor, se puede llegar a deducir el arma que realizó el disparo.
Esto que a nosotros nos parece una perogrullada, fue para nuestros antecesores un largo camino a recorrer hasta dar con los procedimientos técnicos que permitieran afirmar con rigor científico qué arma fue la empleada para realizar los disparos.
A continuación vamos a dejar un poco de lado las cuestiones técnicas de la "balística forense", para centrarnos preferentemente en la historia de su nacimiento.
El primer intento con éxito del que se tiene constancia, al descubrirse al autor de un crimen realizado con un arma de fuego, data de los comienzos del siglo XIX.
Corría el año 1835, y en la ciudad de Londres no había cuerpo de policía, tan solo un pequeño grupo de "ayudantes" reclutados
por Hemry Fielding -juez de paz de Wesminster-, a los que se les conocía como los Bow Street Runners, y que se dedicaban a investigar los crímenes utilizando métodos poco ortodoxos, e incluso alguna vez que otra no muy legales.
Henry Goddard, uno de estos "peculiares investigadores", al observar una bala extraída del cuerpo de una víctima de un asesinato, se percató de la existencia de una llamativa protuberancia o abultamiento en la misma.
Dado que por aquélla época las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores habitualmente hacían mediante un molde o turquesa sus propios proyectiles, nuestro avezado investigador pensó que si encontraba el molde encontraría al asesino.
Con ésta idea, Goddard se lanzó a registrar las casas de los sospechosos, y cuando procedía al registro de la vivienda de uno de ellos, al examinar el molde con el que fabricaba las balas de plomo el morador de la misma, nuestro avezado investigador pudo observar que en el interior de la turquesa había una pequeña hendidura.
Procedió a fabricar un proyectil y al compararlo con el que se extrajo del cuerpo de la víctima pudo ver que los abultamientos de ambas eran idénticos.
Esto, y suponemos que un poco de "presión", hizo que el asesino confesara su crimen.
Caso resuelto.
En este primer caso, podemos decir que el rigor científico brilló por su ausencia, sólo la suerte y la intuición se aliaron para llegar al acierto policial que convertiría a Goddard -sin que tuviera consciencia de ello- en el precursor de lo que llegaría a ser un nuevo método para la investigación de los crímenes cometidos con armas de fuego.
Dejaremos pasar el tiempo y algunos casos resueltos con mayor o menor rigor científico, hasta situarnos en la Alemania de 1898.
Un médico forense berlinés, el Dr. Paul Jeserich, asistía en calidad de experto al tribunal de la ciudad alemana de Neuruppin en un caso de asesinato.
Durante el proceso le mostraron a Jeserich un proyectil extraído del cuerpo de la víctima, y el revolver propiedad del acusado. Nuestro doctor era partidario de la teoría que afirmaba que el proyectil al recorrer el ánima del cañón y rozar con las estrías de éste a gran presión, sufría una serie de lesiones y por lo tanto si se realizaba otro disparo con el arma del criminal, el deslizamiento por el ánima del cañón produciría unas lesiones en la bala iguales a las que tenía la extraída del cuerpo de la víctima, siempre y cuando el arma empleada fuera la misma.
Con esta idea realizó un disparo de prueba, fotografió las dos balas, amplió las fotos y sorpresa, se dio cuenta de que las lesiones dejadas por las estrías y los campos del ánima del cañón en la "bala testigo"(1), eran idénticas a las que tenía la "bala dubitada"(2).
Comienza el siglo XX, y poco a poco otros investigadores fueron creando nuevos métodos de investigación, que irían dando a conocer en sus asesoramientos a los tribunales de justicia. Uno de ellos, Richard Kockel, siendo director del instituto forense de la ciudad de Leipzig, efectuó las primeras pruebas del "desarrollo" del cuerpo de la bala (fig.1) realizando negativos de la misma en láminas de cera y óxido de cinc.
O el profesor Balthazard a quien llamó la atención que en el culote de la vaina existieran una serie de marcas y que éstas eran producidas al incidir sobre él la aguja percutora en el momento del disparo. Y eso no era todo. La culata del cierre de la recámara también producía una serie de lesiones en el culote del cartucho, e incluso el extractor y el expulsor dejaban marcas características en la vaina. Balthazard había descubierto un camino muy importante, pero a causa del comienzo de la I Guerra Mundial estas investigaciones fueron abandonadas.
Va pasando el tiempo y llegamos al año 1917. Entra en escena uno de los grandes pioneros de la balística forense: Charles E. Wite.
Su historia se mezcla con la balística, cuando como funcionario del ministerio público del estado de N.Y., asistió como ayudante al Presidente de la Comisión de Investigación nombrada por el Gobernador del Estado, encargada de revisar la no muy fiable sentencia dictada por un tribunal del condado de Orleans en el proceso que investigó y juzgó el caso del doble asesinato cometido en la noche del 21 de marzo de 1.915 en una granja del pequeño pueblo de West-Shelby, en donde su propietario Charles B. Phelps y su ama de llaves Margarett Walcott fueron asesinados a tiros con un arma del calibre 22.
Dos trabajadores de la granja Charles E. Stillow y su cuñado Neldon Green, fueron acusados y condenados en un proceso que estuvo repleto de irregularidades.
Del cuerpo de Charles B. Phelps se extrajeron tres balas del calibre 22, y a Stillow, se le requisó un revolver del mismo calibre. El fiscal del caso contrató a Albert Hamilton, uno de los abundantes y poco fiables "expertos" en balística que pululaban en aquélla época alrededor de los tribunales de justicia de los EE.UU ofreciendo sus servicios para asesorar como "técnicos en balística", y que en la mayoría de los casos siempre se inclinaban a dar la razón a la parte que los contrataba.
Hamilton, tras inspeccionar el revolver de Stillow y observar mediante un microscopio los tres proyectiles extraídos del cadáver, realizó un dictamen demoledor para los acusados. Dijo que junto a la boca del cañón del revolver había una muesca, y ésta misma muesca aparecía marcada en las balas, lo que le sirvió para decir que: "las balas asesinas sólo pudieron ser disparadas por el revolver del acusado".
Gracias a este dictamen tan demoledor como falso, los acusados fueron condenados a la silla eléctrica.
Al proceder a la revisión del caso, la Comisión que había nombrado el gobernador Whitmann, no fiándose del dictamen de Hamilton, mandó efectuar varios disparos de prueba para obtener balas testigo, que posteriormente fueron mandadas junto con las dubitadas, a la compañía óptica Bausch & Lomb, con el encargo de buscar las muescas que Hamilton dijo haber encontrado.
Mediante un estudio con los aparatos ópticos mas precisos de que se disponía intentaron localizar las muescas, no siendo capaces de dar con ellas ni en las balas extraídas del cadáver ni en las que se obtuvieron en los disparos realizados de prueba. Sin embargo, se efectuó un importante descubrimiento. Tanto las balas del crimen, como las de prueba tenían cinco estrías, pero con una gran diferencia: las estrías del arma de Stillow eran normales y regulares, y así se podía apreciar en las balas obtenidas al efectuar los disparos de prueba, pero en las balas dubitadas había quedado marcado un campo intermedio de una anchura anormal. El arma utilizada para cometer el crimen tenía un defecto de fabricación que no tenía el arma propiedad de Stillow.
Stillow fue declarado inocente, pero había pasado tres años en presión estando a punto de morir en la silla eléctrica a causa de un falso informe de un no menos falso especialista en balística.
Charle E. Waite, quedó muy impresionado a causa de lo ocurrido, y se prometió a sí mismo que intentaría dar con un sistema fiable y capaz de identificar el arma utilizada en un crimen mediante el estudio del cartucho empleado.
Con esta idea en mente se lanzó a visitar las fábricas de armas más importantes de los EE.UU y a continuación las europeas, solicitando los datos exactos de las características de las armas que fabricaban. A finales de 1923, después de cuatro años de viajes e intenso trabajo realizó un gran descubrimiento: ¡No había ni un solo modelo que fuera exactamente igual a otro! Había diferencias en los calibres, en el número y orientación de las estrías, de manera que estas podían estar orientadas a izquierda o a derecha, y sus ángulos de torsión podían ser distintos.
Waite con todos estos datos de fabricación realizó una especie de altas o catálogo técnico de la mayoría de las armas existentes en aquella época, recogiendo los "caracteres de clase"(3) que definen a todas las armas que son de un mismo tipo, marca y modelo, pudiendo llegar a determinar mediante la observación y posterior consulta de las lesiones producidas por estampación en la vaina, o por deslizamiento en la bala, qué modelo de arma había sido empleado en un crimen, llegando a diferenciar si el cartucho empleado procedía de un revolver Colt Army Mod. 1873 ó de un Smith Wesson Ejército Nº3.
Pero estos resultados aparentemente satisfactorios sólo solucionaban una parte del problema, puesto que no era factible diferenciar un Colt Army Mod. 1873 de otro Colt Army Mod. 1873.
Hacía falta encontrar unos "caracteres individualizantes"(4) que permitieran distinguir dos armas del mismo tipo, marca y modelo.
La solución a este nuevo problema la encontró observando el proceso de fabricación del cañón de una pistola.
El cañón es fabricado y pulido en un bloque cilíndrico de acero, al que mediante una cortadora automática de acero se procede a labrar en él las estrías. Aunque en este proceso se utilizan máquinas de gran calidad y precisión, durante el mismo hay que interrumpir frecuentemente el trabajo para afilar las cuchillas de las máquinas. Si se observa al microscopio el filo de la cuchilla de una cortadora se verá que este no es recto, sino dentado. Por lo tanto, el orden y la medida del dentado es forzosamente distinto en cada filo produciéndose cada vez que estos son afilados cambios en los mismos que luego podrán ser observados en cada una de las estrías. Si a todo esto se le suma la acción abrasiva, causada por las virutas de acero que se producen en el proceso y que la cortadora empuja a lo largo del interior del cañón durante la fabricación del mismo, nos dará como resultado en cada arma unas características que no se repetirán jamás.
Si tenemos en cuenta que la bala al pasar por el ánima del cañón sufre dos tipos de lesiones: las primeras causadas por las estrías del ánima, que en la bala se convertirán en campos, y las segundas causadas por los campos del ánima, que darán como resultado las estrías en la bala, podemos llegar a decir que la bala, después de recorrer el ánima del cañón, se convierte en el negativo de éste.
Aquí estaba la solución, ahora sólo era preciso encontrar éstas mismas diferencias en las balas. Y esto sólo era posible con un buen microscopio.
Waite explicó su idea al óptico Max Poser y le pidió que le fabricara un microscopio para poder verificarla. El óptico le fabricó un microscopio dotado con un soporte que mantenía sujeta la bala, y con una escala de medición que permitía medir las lesiones mas insignificantes que existieran en la misma.
Waite avanzaba poco a poco, pero por el camino correcto, cuando entusiasmados por el desarrollo de las investigaciones, se le unieron el físico John H. Fisher y el químico y gran especialista en microfotografía Philipp O. Gravelle. Gracias a esta unión nació en Nueva York el primer instituto de balística forense del mundo Bureau of Forensic Ballistics. El gran salto se había dado.
Fisher aportó a la investigación dos grandes inventos, con el primero de ellos desarrollado basándose en la idea del Citoscopio médico, construyó un aparato que servía para ver con todo detalle el interior del cañón de un arma de fuego. Nacía el Helixómetro.
La segunda aportación fue un nuevo microscopio calibrador con una mayor precisión que el fabricado anteriormente por Poser, y que permitía medir con muchísima más precisión los campos intermedios, las estrías, y la orientación de las mismas.
Con éste nuevo microscopio Gravelle pudo observar gran cantidad de proyectiles disparados por distintas armas de un mismo modelo. Pero no estaba del todo satisfecho, puesto que para comparar un proyectil con otro había que observarlos por separado lo cual suponía mayor imprecisión que examinándolos a la vez.
Gravelle se puso a pensar y se le ocurrió la idea que daría a la balística uno de los fundamentos científicos mas importantes.
Cogió dos de los microscopios calibradores y los unió mediante un dispositivo óptico gracias al cual se podían observar dos proyectiles juntos superponiéndolos en una sola imagen y lograr que ambas giraran de manera que se pudieran comprobar viendo las coincidencias y diferencias que hubiera en las mismas. El microscopio comparativo de Gravelle veía la luz.
Por estas fechas al equipo de Waite se unió un nuevo miembro el doctor Calvin Godarte que al poco tiempo de manejar el microscopio comparativo podía distinguir si una bala dubitada y una testigo habían sido disparadas por la misma arma. Y eso no era todo. Goddart siguiendo el camino que había iniciado el profesor Balthazard, comenzó a observar el culote de las vainas disparadas encontrando que las lesiones producidas por las máquinas empleadas en la fabricación de la aguja percutora o del bloque de cierre del arma que había realizado el disparo, coincidían con las lesiones que aparecían en el culote de la vaina empleada.
Desde 1925, en que Gravelle inventó el microscopio comparativo, hubo que esperar a la primavera de 1927, cuando en el proceso Sacco-Vanetti, Calvin Godarte lo dio a conocer realizando con él un dictamen modélico en la historia de la Balística Forense.
NOTAS
(1) Testigo.- Las balas o vainas obtenidas mediante disparos de prueba. También se las denomina "muestra" o "acriminadas"
(2) Dubitadas.- Las balas o vainas implicadas en el suceso criminal que se investiga.
(3) Caracteres de clase.- Son las características comunes de todas las armas de la misma clase, tipo, marca y modelo.
Si tiene o no tope expulsor y su forma. Tipo de percusión. Forma y situación de la uña extractora. Número, anchura, inclinación y orientación de las estrías del ánima del cañón.
(4) caracteres Individualizantes.- Son las características exclusivas del arma que se somete a estudio, sin tener en cuenta la clase, tipo, marca y modelo de la misma.
Estos caracteres vienen dados por las lesiones que el arma produce en la munición que usa, y son causadas por las huellas que las herramientas dejaron en el arma durante el proceso de fabricación, por las adquiridas posteriormente a causa de su uso, o por algún defecto de fabricación.
2. Balística Forense
Las lesiones por arma de fuego se producen por proyectiles que son expulsados por instrumentos preparados para lanzarlos.
La mayor parte de los delitos con armas de fuego son en base a armas de calibre 22 (prácticamente de venta libre en las armerías), y poder destructor similar a las armas de guerra en las más cortas.
Los calibres 22 y 32 no son tan peligrosas como una 9 mm (de los policías). Las armas de fuego tienen distintas dimensiones, que hacen que se las denomine cortas o largas, atendiendo a la longitud de los cañones (menos de 30 cm son cortas y más de 30 cm son largas). Las armas cortas son armas de puño (se manejan con una mano), las armas largas son de hombro (el hombro es el punto de apoyo para accionar el mecanismo de disparo).
Las ametralladoras son armas automáticas que se manejan con ambas manos desde la altura de la cintura.
Reciben distintos nombres según se accionen mediante un solo movimiento, que produce el disparo y sólo un tiro.
Las pistolas automáticas son accionadas por un solo dedo, mientras se mantenga la presión en el gatillo sigue disparando, mientras tenga balas en el cargador.
Hay proyectiles encamisados o blindados y otros de plomo desnudo.
Los que disparan los revólveres son de plomo aleados con antimonio, mientras que los encamisados se usan en las armas de guerra (fusiles de asalto, 9 mm, etc.). La velocidad no tiene nada que ver con que sean desnudos o encamisados, la ventaja está para el hombre de batalla en que los encamisados no emploman el cañón (no se deposita plomo) y no se tiene que estar limpiando (porque no tiene tiempo para hacerlo).
Cuando a una persona se le secuestra un proyectil encamisado en una necropsia, es muy probable que haya sido por fuerzas policiales o militares, pero no es seguro que sea así, ya que estos proyectiles se venden mucho ahora.
Hay una ley 20.429 con sus decretos reglamentarios 375/95 y demás, que es la Ley Nacional de Armas. Es un decreto en el que se considera armas de uso civil a los revólveres, carabinas (hasta calibre 22), las pistolas de calibre 6,35 mm, los fusiles (hasta calibre 22). Armas de uso exclusivo por fuerzas militares y de seguridad, escopetas de calibre superior a 14 mm.
Están prohibidos los silenciadores, las miras láser o detectores infrarrojos (para disparar en la oscuridad), las armas de fuego de lanzamiento (en forma de lapicera, proyectiles 22), los proyectiles expansivos (que se fragmentan al impactar, sólo se vende para cazadores de caza mayor, que justifique la tenencia del arma y pueda acreditar que es cazador).
Los delincuentes tienen todas estas armas.
Hay proyectiles únicos, un disparo un proyectil lanzado; y hay escopetas, las que normalmente disparan un cartucho con perdigones (pueden ser para cacería de aves, también son efectivos para perseguir delincuentes, en cada cartucho hay 9 proyectiles esféricos llamados postas, cada uno pesa 6 veces menos que un proyectil calibre 22).
También están los proyectiles antidisturbio, que son de goma endurecida, y hay otros que tienen un núcleo de metal recubiertos con goma, también en forma de postas, es decir 6 a 8 en cada tiro.
Cartucho: formado por una cápsula (gralmente de latón o bronce) que en su parte posterior o culote tiene una excavación en donde está contenida una cajuela o capilla (cápsula fulminante) que tiene un explosivo, que no es pólvora que se usa para dar fuego a la pólvora que está en el interior de la vaina, con el objeto de producir sobre ella una descomposición química exotérmica llamada deflagración, difiere de una explosión en el tiempo que tarda en producirse (deflagrar es arder rápidamente con llama y sin explosión), se puede regular la deflagración de la pólvora, según el cartucho, la velocidad que se le quiere dar al proyectil, para desarrollar mayor o menor fuerza sobre el blanco. La pólvora, actualmente, generalmente usada en carga de cartuchos es la pólvora blanca, químicamente es una pólvora piroxilada (trinitrato, pentanitrato u octonitrato de celulosa). Las fibras de algodón se someten a la acción de ácido sulfúrico y nítrico, siendo el primero deshidratante y el segundo produce la fijación de grupos nitritos en la molécula de celulosa. Mientras más grupos nitritos tenga, mayor potencia tiene la pólvora.
La pólvora se encuentra en el interior de la vaina, separada de la carga iniciadora (dentro de la cápsula fulminante). El fondo tiene dos orificios (oídos u opérculos). La carga iniciadora es un explosivo que detona por percusión, cuando el martillo golpea la cápsula fulminante, forma fuego y se transforma en gas en 10 milésimas de segundo. El calor sumado a la presión producida por el gas avanza por los opérculos hacia el interior de la vaina y enciende la pólvora.
El proyectil está sujeto a presión y por un reborde de la vaina, y la presión que se da es proporcional a la velocidad que se le quiere dar al proyectil, a la cantidad de gases que se comprimen dentro de la vaina antes de que el proyectil sea desalojado del engarce de la vaina. Cuando los gases superan la fuerza de contención del proyectil en el segmento cilíndrico de la vaina (donde está contenido), este proyectil abandona la vaina y se desplaza por el cañón del arma, que tiene una serie de estrías helicoidales, dándole a este un movimiento de rotación. La cabeza del proyectil pesa menos que su base, por lo tanto el centro de gravedad está desplazado hacia la base del mismo, entonces gira y avanza con el sector posterior hacia delante. La finalidad de las estrías en el interior del cañón es darle un movimiento más al proyectil que el de avance, que es el de rotación sobre su eje geométrico. Estos movimientos se comportan en forma independiente, mientras el proyectil avanza por el cañón, se marca por las estrías y cuando sale del cañón, al estar marcado por las estrías, sale girando. Todo esto hace que la parte posterior del proyectil, más pesada y de sección plana, quede por detrás del extremo anterior que es más aguzado, le ofrece menos resistencia al aire y tiene una mayor capacidad de penetración. Las estrías son características para cada arma, son como las huellas digitales. No puede haber dos sistemas estriados iguales en dos armas diferentes, esto sirve para identificar el origen de los proyectiles.
El mecanismo de aceleración del proyectil es el mismo que para proyectiles múltiples. En el cartucho de escopeta, la pólvora está contenida por un cuerpo (llamado taco), que tiene por función evitar que se mezclen los perdigones con la pólvora, y evitar que los gases de la pólvora avancen entre los perdigones, perdiendo la velocidad para acelerar los proyectiles. Este taco acompaña en bloque a los perdigones. También puede haber otros tacos "concentradores de perdigones", otro taco de cierre (de cartón o metálico) que sirve para contener, para que no se caigan los perdigones y para que los mismos salgan en bloque.
Los cañones de escopeta tienen un estrechamiento (gollete, como el cuello de una botella, o choke) en la salida, generalmente de uno de los caños. Este estrechamiento es para que en el arma de dos cañones, los perdigones que se disparan en un segundo tiro, al salir por un tubo más estrecho, los perdigones se mantienen más próximos unos de otros. Ejemplo de esto es cuando se caza aves, con el cañón "normal" se levantan las aves y con el agolletado se mata.
Cuando una persona es atacada con proyectiles múltiples, se dice que a los 5 metros se han dispersado perdigones abarcando cabeza y cuello; a los 10 metros toma cabeza, cuello y mitad superior del tronco; a 15 o 20 mts. Toma cabeza, cuello y tronco. Si el cañón está agolletado es más difícil averiguar la distancia, porque no se sabe con qué caño se disparó.
Calibres de las armas:
0,22
0,32 son centésimas de pulgada (una pulgada es 2,54 cm.), que expresan el diámetro del
0,38 proyectil.
Entonces, el calibre 22, son 22 centésimas de pulgada, es decir 0,55 cm o 5,5 mm. La energía cinética está determinada por la masa del proyectil: 15 kgm/ cm 2 es la fuerza de penetración del calibre 22, y 35 kgm/ cm2 es la fuerza de penetración del calibre 45. La transferencia de energía cinética de los proyectiles al cuerpo del blanco es lo que produce la destrucción de tejidos.
Fusil FAL: (ejército, gendarmería, policía) desarrolla tal energía, que ingresando el proyectil por el tórax produce la ruptura de ligamentos, riñones, por la transferencia de energía.
Cuando el cañón es más largo, la deflagración de la pólvora actúa durante más tiempo y la energía que desarrollan los proyectiles es mayor. Si el disparo se hace con un caño de 10 cm de longitud no es lo mismo que con uno de 40 cm. A mayor tiempo de acción, mayor energía y por lo tanto mayor efecto.
Las pólvoras negras dejan la traza del carbón, cosa que no ocurre con las pólvoras blancas. La pólvora negra también produce humo, no sirve para la guerra, porque no se ve el enemigo, la blanca no produce humo.
Los proyectiles múltiples de escopetas se comportan a la salida del cañón como un proyectil único, pues los perdigones están juntos hasta un metro de la boca del arma, y producen lesiones de 5 a 7 cm de diámetro.
Las escopetas de proyectil múltiple también pueden usar proyectiles chicos para escopeta, que fueron creados por Brenecke, tienen aletas direccionales para tener un hueco, representa el peso de unos 10 proyectiles calibre 22, y tienen un gran poder de destrucción.
Los proyectiles de revólver, que son de plomo desnudo, son una aleación de plomo con antimonio. Los proyectiles encamisados, tienen un núcleo de plomo y una caperuza o cofia de latón rojo (mezcla de cobre con estaño y aluminio) que envuelve al proyectil.
Según las pruebas que se hacen con los restos metálicos se establece la fábrica, el lote de fabricación, luego a qué armería se le vendió y quién compró en esa armería.
Los disparos dejan trozos sobre las prendas y la piel, son vestigios, que salen de la boca del arma. Un primer segmento de 6 cm es la zona de chamusco (por efecto de la llama o gases que salen por la boca del arma en el momento del estampido, los cuales tienen una temperatura de 600ºC; cuando se produce la deflagración la temperatura alcanza los 2000 a 3000ºC.
Cuando hay chamusco de lanugo, vello, fibras de ropa, quiere decir que el disparo se ha efectuado a menos de 6 cm (a quemarropas). Si se produjo a una distancia de 6 a 25 cm, aparece una zona de ahumamiento o falso tatuaje, gris negruzca, que sale fácilmente con el lavado.
A más de 30 cm y hasta los 70 u 80 cm no hay zona de ahumamiento, dado que se ha dispersado, las partículas no tienen la energía cinética suficiente para llevarlas más allá de los 30 cm. Aquí encontramos partículas de tatuaje verdadero o propiamente dicho, que son partículas de la misma naturaleza que el falso tatuaje, pero aglomeradas por el calor, por los metales que se funden a la temperatura de la deflagración. A mayor distancia es mayor la energía cinética y llegan más lejos. Esas partículas son visibles hasta los 70 u 80 cm.
Tatuaje y falso tatuaje: restos de pólvora que no ha combustionado, plomo y cobalto fundido, hierro fundido (de la superficie de los cañones), todo aglomerado por el calor.
Tiro a bocajarro, el arma en contacto próximo absoluto, no hay ahumamiento, chamusco ni tatuaje, todo entra por el conducto del orificio de entrada.
Entonces: a menos de 6 cm: tatuaje, falso tatuaje y chamusco.
De 6 a 25 cm: tatuaje y falso tatuaje.
De 70 a 80 cm: tatuaje.
Estos elementos contaminan las proximidades del lugar, las heridas y las manos del que dispara.
Guantelete de parafina derretida: es un soporte con el que se recuperan las partículas de la mano del que disparó. También hay restos de la carga iniciadora, de la pólvora, de los metales.
Prueba dermonitratada: también se positiviza con las sales férricas, las sales de molibdeno, se le agregan a los nitratos de la prueba la determinación del plomo, antimonio, cobre, hierro y a veces se puede determinar la presencia de carga iniciadora (guanilnitrosamina), con todo esto puede decirse que es positiva. Puede dar positiva hasta los 15 días, porque se incrustan en el estrato córneo y a medida que se va descamando se van repitiendo las pruebas hasta obtener suficientes datos.
Se ha determinado que las partículas quedan en la mano, en el antebrazo, cabello, grasa de la cara, en la ropa, etc.
Esta cobijada bajo el decreto 25 - 35 de 1993.
La BALISTICA es la ciencia encargada de estudiar el movimiento, avance y proyeccion de todo proyectil lanzado al espacio en general y los lanzados por arma de fuego en particular.
Se estudia.
Según su estudio:
Interior.
Exterior.
Efectos.
Según su aspecto científico:
Teórico.
Practico. Que puede ser:
Identificador.
Reconstructor.
3. Características de El proyectil
Sus componentes son nariz, ojiva, cuerpo y base. La parte mas importante del proyectil es el cuerpo. Se debe tomar por la base y la nariz en papel y bolsa, cada proyectil por separado.
La vainilla:
Sus partes son, el cuello, el cuerpo, el Rin, la base o culote, que en la vainilla es lo que se debe preservar, y el fulminante que tiene a suves el percutor, extractor y el eyector.
El pistón de potencia.
Partes del arma de fuego:
Las principales son: El cañón, el sistema de alimentación, el mecanismo de disparo(aguja percutora) y el sistema de agarre.
Mientras que existen otros accesorios como lo son el punto de mira, el guardamontes, la cacha, silenciador y las miras.
Balística interior.
Estudia los fenómenos interiores que ocurren en el proceso del disparo (1 - 3 (diez miles) de segundos), desde que la aguja percutora empuja la bala hasta que el proyectil abandona el arma.
Los pasos son:
1. Percusión: Golpe entre la aguja percutora y el percutor, y esta empuja el fulminante.
2. Iniciación del fulminante: Es la relación que se produce por el golpe (explosión de la sustancia química) para esto se necesita que exista el yunque, es la contrafuerza de la aguja percutora.
3. Quema del propelente: Ocurre a una temperatura de 320 a 480 grados centígrados. Dentro del cartucho.
4. Movimiento del proyectil.
5. Cizayamiento: aparecen las estrías de acomodación y rotación.
6. Abandono del proyectil de la boca de fuego.
7. Retroceso.
Balística exterior.
Estudia que y por que se afecta el proyectil desde que abandona la boca de fuego, hasta que impacta en un lugar determinado o se detiene.
Con movimiento.
Parabólico : Resultante de la combinación entre el desplazamiento del proyectil y la fuerza de grav
edad ejercida sobre este.
Translación: Espacio físico medible existente entre la boca de fuego del arma y el sitio de impacto.Rotación: Giro del proyectil sobre su eje longitudinal, producto de la fuerza imprimida por la forma helicoidal de las estrías y
macizos.
Giroscopio: Movimiento cónico, pendular que deriva del centro de gravedad con el movimiento de rotación.
Con anima lisa (escopeta):
Parabólico.
Translación.
Vibratorio: Movimiento circulatorio.
Dispersión: Separación del proyectil hacia cualquier dirección respecto a la línea de tiro.
Balística de efecto.
Estudia los destrozos que el proyectil produce y los que a este afecta, cuando impacta en un blanco determinado hasta que se detiene.