Identificar a una persona es determinar los rasgos que la distinguen de las demás y hacen que sea ella misma. La pericia odontológica constituye la técnica más segura cuando las maniobras convencionales no pueden efectuarse (cuerpos quemados, putrefactos o fragmentados) y se fundamenta en la concordancia de datos ante y post-mortem. Se ha sostenido que la calidad de la identificación será directamente proporcional a la calidad de la información ante-mortem recuperada. Aun cuando este cotejo debe ser objetivo y científico, no se han descartado los aportes que la memoria del odontólogo tratante o el reconocimiento de su obra puedan hacer al desarrollo de estos procedimientos. Los diferentes protocolos han subrayado la utilización de odontogramas como estructuras gráficas de fácil archivo, acceso y análisis, incluso ponderadas en sistemas informáticos tales como CAPMI® o WinID®. Se ha determinado que una identificación positiva fehaciente debe reunir concordancias suficientes en cantidad y calidad, como para establecer sin dudas que ambos registros pertenecen a la misma persona, incluso en ausencia de otros indicios. Se presenta un caso de cotejo identificatorio ante-mortem (supuesta víctima N.N.), e información post-mortem de restos humanos bajo análisis, reuniendo este cotejo los requisitos para una identificación positiva absoluta (presencia mínima de doce concordancias, antigüedad de la ficha ante-mortem menor a tres años, ausencia de discordancias absolutas, presencia de concordancias fuertes), considerando los planteos procedimentales indispensables para evitar sesgos y fraudes en este proceso. "¿Es o no es?: esa es la pregunta".
G.M. Fonseca1; P. Viganó2 y A. Olmos3
1Doctor en Odontología. Prof. Titular Cátedra de Anatomía Patológica B. Facultad de Odontología. Universidad Nacional de Córdoba.
Director del Laboratorio de Pericias en Odontología Forense. Córdoba. Argentina.
2Odontóloga. Concurrente Laboratorio de Pericias en Odontología Forense. Córdoba. Argentina.
3Estudiante Facultad de Odontología. Universidad Nacional de Córdoba. Concurrente Laboratorio de Pericias en Odontología Forense. Córdoba. Argentina.
Trabajo Subsidiado por Resolución 69/08 de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
Dirección para correspondencia:Prof. Dr. Gabriel M. Fonseca.
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Fecha de recepción: 3.ABR.2010
Fecha de aceptación: 14.SEP.2010
Introducción
Nicholas "Oz" Oseransky era un frustrado odontólogo hasta que su vida dio un vuelco al conocer a su nuevo vecino, el popular asesino a sueldo, Jimmy "El Tulipán" Tudeski. Tras varios enredos y en flagrante alianza fraudulenta, Nicholas accede a modificar la dentadura del cadáver de un fulano, para después quemarlo y con ello simular la muerte de Tudeski. Éstas son las escenas finales de la película Falsas apariencias (Mi Vecino el Asesino, en Argentina, The Whole Nine Yards en el original inglés), exitosa comedia rodada en el año 2000, dirigida por Jonathan Lynn y protagonizada, entre otros, por Bruce Willis en el papel de Tudeski y Matthew Perry en el del odontólogo.
Se ha definido a la identificación como la manera de "determinar aquellos rasgos o conjunto de cualidades que distinguen a una persona de las demás y hacen que sea ella misma"1. La identificación de restos humanos fuertemente deteriorados (cuerpos quemados, putrefactos o fragmentados) suele derivar en la solicitud de las comparaciones dentales, metodología considerada más concluyente que la basada en los efectos personales, más rápida, administrativa y legalmente más sencilla, y menos invasiva incluso que los análisis genéticos2.
Esta metodología de comparación se realiza entre los datos conocidos -ante-mortem- (indubitados) y los obtenidos de los restos -post-mortem- (dubitados)3, y ha sido recomendada por la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) mediante la documentación de estos hallazgos dentales en fichas amarillas (ante-mortem) y rosadas (post-mortem), actualmente en uso a nivel mundial en identificación de víctimas de catástrofes4. En identificaciones individuales, la obtención de la información ante-mortem puede verse favorecida si se cuenta con una presunción de identidad de los restos hallados, hecho sustanciado por las denuncias previas de su desaparición y en coincidencia con un determinado marco geográfico3,5.
Se ha afirmado que una mayor complejidad y número de tratamientos dentales facilitan la identificación respecto de denticiones que no poseen restauración alguna3; la misma INTERPOL valida el reconocimiento de obturaciones y coronas, las desvitalizaciones y las prótesis dentales ya que constituyen "tratamientos de encargo, únicos para cada persona"4.
Se debe sistematizar con extremo cuidado este cotejo, examinando los dientes y la totalidad de las restauraciones, categorizando cada uno de los rasgos que potencialmente puedan significar una identificación positiva, y registrando con ello concordancias y discrepancias3. Aun cuando se ha recomendado un mínimo de 12 concordancias para establecer una identificación positiva6,7, se ha aceptado que no sería necesario este número mínimo3,8, e incluso, en algunos casos, sólo un diente puede ser utilizado si contiene la suficiente información para este fin3.
Con respecto a las discrepancias, Pretty y Sweet3 las han discriminado en relativas y absolutas. Las primeras son las atribuibles a la distancia cronológica entre las informaciones ante y post-mortem (restauraciones removidas o reemplazadas, evolución de los procesos patológicos, extracciones) o a las ineludibles consecuencias del trauma paramortem (fragmentación importante, desprendimientos, fracturas y avulsiones) si éste ha existido5. Por otro lado, las discrepancias absolutas son aquellas que de ninguna manera lógica pueden ser explicadas, y por ende, establecen un determinante criterio de exclusión o identificación negativa (ej. presencia post-mortem de una pieza dentaria ausente ante-mortem)3.
INTERPOL afirma que los análisis odontológicos comparativos constituyen, junto a las huellas dactilares y los perfiles de ADN, "los medios de identificación primarios y más fiables"4, y ofrecen una alternativa válida en situaciones donde los recursos deben ser distribuidos rápida y eficientemente. Esta misma necesidad ha universalizado la implementación de instrumentos gráficos conocidos como odontogramas, herramientas simbólicas promovidas por la Federation Dentaire Internationale (FDI)9, adoptadas por la INTERPOL4,10 e incluso sistematizadas en utilidades informáticas que brindarían una mayor celeridad al método (CAPMI®, WinID®)5,11,12. Sin embargo, se ha afirmado rotundamente que la disponibilidad y confiabilidad de los registros ante-mortem van a determinar el éxito o el fracaso de la identificación13. Es bien conocido que, por desgracia, los profesionales odontólogos no suelen llevar registros dentales actualizados y confiables en su consulta diaria13,14.
Los Cazadores de Mitos (Mythbusters en el original inglés), popular programa televisivo emitido por Discovery Channel y protagonizado por los expertos en efectos especiales Adam Savage y Jamie Hyneman, se han encargado desde el año 2003 de poner a prueba la validez de las leyendas urbanas y otras creencias de la cultura popular sometiéndolas a metodologías científicas. A la manera de estos Cazadores de Mitos, se presenta la validez de un modelo de identificación dental apoyado exclusivamente en un cotejo identificatorio de odontograma ante-mortem (supuesta víctima N.N.), e información post-mortem proveniente del análisis de restos humanos.
Materiales y método
Se diseñó un modelo de identificación dental apoyado exclusivamente en un cotejo de información ante y post-mortem que fue sometido a análisis de 56 odontólogos, todos con experiencia y/o estudios de posgrado en el área forense.
Selección del individuo problema
Fue seleccionado uno de los autores del presente trabajo con características de masculino, 37 años, presencia de todas las piezas dentarias mandibulares, restauraciones operatorias y caries incipientes, las que fueron relevadas en odontograma modelo de la Federación Odontológica de Córdoba, el más utilizado en el medio local (Figura 1). Se realizaron fotografía y radiografía panorámica para poner en evidencia anomalías, lesiones dentarias adquiridas y modificaciones intencionales relevantes para el procedimiento (Figura 2).
Relevamiento del material cadavérico
Se seleccionó una mandíbula parcialmente descarnada, del material cadavérico de la Cátedra de Anatomía Patológica B de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, según criterios de inclusión establecidos por la dentición del individuo problema seleccionado (Figura 3):
1. Presencia de la totalidad de las piezas dentarias (según notaciones Sistema FDI: dientes 38 a 48).
2. Caracteres odontométricos de sexo masculino según métodos de Vodanovic, et al.15 y Rai y Anand16; edad entre 30 y 40 años estimada según método de Rai, et al.17.
3. Ausencia absoluta de restauraciones o modificaciones intencionales; presencia sólo de caries incipientes en molares.
4. Presencia de apiñamiento dentario anterior (considerado un significativo elemento identificatorio cuando está presente3,18).
5. Estado de formolización. Es intención que los profesionales involucrados en la prueba no puedan realizar los métodos de identificación por ADN, dado que la fijación en formol sería un medio inadecuado y nocivo para ulteriores procedimientos de investigación molecular5,19.
Modificaciones en el material cadavérico
Tomando como base los patrones relevados en el individuo problema y buscando emularlos lo más coincidentemente posible en sus formas, tamaños y ubicaciones, se realizaron las siguientes modificaciones en el material cadavérico (Figuras 4 y 5):
1. Restauración con amalgama cavidad simple en cara oclusal (O) en segundo molar inferior izquierdo (diente 37).
2. Restauración de cavidades simples independientes con amalgama, caras oclusal (O) y vestibular (V) en primer molar inferior izquierdo (diente 36).
3. Restauración de cavidades simples independientes con amalgama, caras oclusal (O) y en ambos surcos de cara vestibular (V) en primer molar inferior derecho (diente 46).
4. Restauración de cavidad simple con amalgama en cara vestibular (V) y cavidad compuesta obturada en oclusal (O) con amalgama y mesial (M) con resina compuesta en segundo molar inferior derecho (diente 47).
Todas las amalgamas fueron cuidadosamente entintadas en negro al momento de ser preparadas en mortero y pilón a los fines de simular un material envejecido en boca.
Confección del modelo de cotejo identificatorio
Las Tablas 1 y 2 muestran los resultados del cotejo de las informaciones ante y post-mortem. La información fue categorizada de la siguiente manera:
1. Discrepancia absoluta: aquellos rasgos que por sus diferencias en el cotejo no pueden ser explicados ni interpretados de ninguna manera lógica o cronológica.
2. Discrepancia relativa: aquellos rasgos disímiles en el cotejo que pueden ser interpretados como restauraciones removidas o reemplazadas, evolución de procesos patológicos y/o extracciones o como consecuencia de traumatismo ante o para-mortem (fragmentación importante, desprendimientos, fracturas y avulsiones).
3. Concordancia: rasgos coincidentes en el cotejo.
4. Concordancia fuerte: aquellos rasgos que por características específicas o menor frecuencia estadística representan una mayor significación identificatoria.
Confección y presentación del modelo de cotejo identificatorio
El modelo fue presentado a un total de 56 odontólogos de Argentina, Colombia, Paraguay y Bolivia, todos con experiencia y/o estudios de posgrado en el área forense y desconociendo la naturaleza comprobatoria del estudio. La presentación se realizó caratulada en una supuesta identificación hecha por estos autores bajo las siguientes consignas:
1. El material cadavérico había sido hallado en una bolsa de polietileno arrojada en las inmediaciones de la vivienda de un individuo sospechoso de haber cometido varios asesinatos.
2. Este material se encontraba formalizado, por lo que su procesado para la obtención de ADN difícilmente podría ofrecer un resultado positivo5,19.
3. Se contaba con 5 cartas dentales, 2 de ellas provistas por Federación Odontológica de Córdoba sobre 7 personas denunciadas como desaparecidas y atribuibles en su desaparición al individuo sospechado.
4. Si bien no se contaba con radiografías ni modelos ante-mortem, la carta dental bajo estudio tenía una antigüedad de sólo dos años -la literatura recomienda no más de tres años de confección20- y se exponían referencias escritas de buena calidad identificatoria3,18 (en "Observaciones": "Apiñamiento anterior. Se recomienda depuración").
5. Siguiendo las recomendaciones de la American Board of Forensic Odontology (ABFO), documento referente indiscutible de procedimientos a nivel mundial (2009)18, se comunicó a los profesionales que, tanto la fuente de la información ante-mortem (la carta dental obtenida) como la protección de la cadena de custodia del material cadavérico recuperado, aseguraban la autenticidad de ambos materiales.
6. Según estas mismas recomendaciones de la ABFO18, enfatizadas con las propuestas de Phillips y Scheepers7 y el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina (2002)20, los odontólogos debían analizar los datos aportados y establecer uno de los siguientes rangos de conclusiones para el caso en estudio:
a. Identificación positiva o fehaciente: los datos ante y post-mortem coinciden en un mínimo de 12 puntos, no existen discrepancias absolutas y existen concordancias fuertes. De existir perfecta concordancia entre ambas fichas la antigüedad de la ante-mortem no exige límite. De existir discrepancias relativas, no deberán ser más de 3 (tres) y deberán ser atribuibles a parcialidad o fragmentación de las piezas dentarias o a intervenciones odontológicas realizadas con posterioridad a la última atención consignada en la ficha ante-mortem, y el lapso desde la última intervención reseñada en ella no deberá exceder los tres años.
b. Identificación posible: los datos ante y post-mortem poseen elementos coincidentes pero la calidad de los restos o de la evidencia ante-mortem, la presencia de más de tres discrepancias relativas y una antigüedad de más de tres años de la ficha ante-mortem, no permiten una identificación positiva o fehaciente. Debe ser complementada con otros métodos identificatorios.
c. Evidencia insuficiente: la información disponible es insuficiente como para llegar a una conclusión. Debe ser complementada con otros métodos identificatorios.
d. Exclusión: los datos ante y post-mortem son claramente inconsistentes.
Resultados
La Figura 6 muestra una contundente respuesta de "Identificación positiva o fehaciente" al análisis del caso presentado (55/56-98,21%). Sólo un profesional estableció el rango de "Evidencia insuficiente" por interpretar que los elementos expuestos no permitían llegar a una conclusión positiva (1/56-1,79 %).
Sólo después de revelada la naturaleza comprobatoria de este estudio, algunos de los profesionales involucrados expusieron sus propias valoraciones subjetivas:
- "Este trabajo expone la realidad diaria de la duda de los peritos al tener que hacer identificaciones apoyados sólo en odontogramas donde todo en apariencia debe coincidir, cuando los elementos morfológicos visualizados en el material cadavérico deben ser contextualizados con limitados registros simbólicos ante-mortem".
- Otra profesional reveló haberle parecido "demasiado brillantes" las amalgamas para ser obturaciones realizadas sólo dos años atrás.
Discusión
La Real Academia Española define al esquema como una "representación gráfica o simbólica de cosas materiales o inmateriales"21 y al símbolo como la "representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con ésta por una convención socialmente aceptada"21. El odontograma, documento legal de trabajo incluido en la historia clínica dental, pretende, por definición, registrar mediante un sistema gráfico simbólico y esquemático los tratamientos y afecciones presentes en la dentición del paciente. Sea por la estandarización gráfica -para permitir a los odontólogos el manejar la misma información-, o simplemente para ahorrar tiempo (al identificar un determinado diente)22, lo cierto es que desde que la American Dental Association recomendó la utilización del sistema de cuadrantes Palmer (antes llamado Zsigmondy) en 194722, los odontogramas ofrecían la oportuna comodidad de una codificación y fichado rápidos de la información, en un momento histórico en que era clave el poder archivar estos datos23.
Esta forma de archivo modeló su utilización en un obvio soporte papel, derivando en nuestros días modalidades más o menos tecnológicas con la supuesta mayor confortabilidad de respaldos electrónicos prediseñados13 pero siempre apoyados en este diseño geométrico básico y simbólico.
El caso es que, si bien se sigue enfatizando el uso de este recurso gráfico18,24, la falta de consenso internacional respecto de sus sistemas de representación y notación, continúa originando situaciones de difícil resolución en la práctica odontológica diaria y, más aún, en la forense. Si bien INTERPOL ha normatizado la codificación dentaria a través del sistema de la FDI en sus odontogramas25, Rötzscher, et al. (2001) han cuestionado su limitada configuración geométrica y sin descripción alguna de datos potencialmente identificatorios a nivel de las raíces dentarias: hemisecciones y restauraciones, obturaciones retrógadas, patologías apicales, tumores e incluso restos radiculares e implantes en individuos edéntulos26.
Sabiendo que una identificación fehaciente es siempre preferible a una identificación presuntiva5, y que la carta dental, documento de consensuado valor legal13 ha sido incluida junto a las huellas digitales y genéticas como oportunas para una identificación positiva4,5,18, el caso expuesto en este trabajo evidencia un sesgo importante en los procedimientos de identificación si ésta se encuentra basada exclusivamente en ella. Dado que una identificación de tipo indiciaria, apoyada en el reconocimiento de efectos personales, joyas, incluso modificaciones intencionales como son los tatuajes, etc., no ofrece certeza absoluta (pudiendo incluso ser atribuida por error o deliberadamente a otra persona27), se ha recomendado ponderar los rasgos biológicos naturales por encima de los no naturales o modificatorios -indiciarios-28. Las preguntas a considerar son entonces: si las restauraciones operatorias y protéticas, las extracciones dentarias y demás indicadores de trabajo odontológico pueden ser, por definición, originadas artificialmente, ¿deberían ser considerados elementos de identificación fehaciente dado el carácter intencional y modificatorio que representan? ¿Puede sustentarse una identificación fehaciente sólo en la comparación de fichas ante y post-mortem sin un aval representativo biológico natural? ABFO refiere: "Debe existir comparación de evidencia ante-mortem y post-mortem para poder establecer una identificación positiva. Cada método tiene sus alcances y limitaciones, pero sin excepción, todos dependen de la existencia de material ante-mortem"18. Esta necesidad de información puede atentar contra el buen juicio del perito al valorar la que llega de los profesionales generalistas. La misma ABFO agrega "(...) el investigador prudente deberá considerar la autenticidad de la evidencia ante-mortem y hará lo posible para asegurar su validez"18. Así mismo, los protocolos internacionales convalidan los registros dentales persé y "sugieren" la utilización de otros elementos sólo "si de dispone" de ellos3,4,9,10,18,29. Pero ¿qué sucede si éstos no existen? Los mismos Pretty y Sweet (2001) avalan la transcripción de estos datos imagenológicos al odontograma3... y nuevamente caer a los símbolos.
Es bien sabido que importantes elementos potencialmente identificatorios de origen oral3,18, difícilmente pueden ser incluidos en estos sistemas gráficos reduccionistas30, aún cuando pueden ser claramente visibles en otros registros imagenológicos. En este caso, de haber contado los 56 profesionales con fotografías y/o radiografías del individuo problema (supuesto ante-mortem), la exclusión hubiera sido realizada en sólo un par de minutos (Figuras 7a y 7b). Si bien las identificaciones odontológicas gozan de excelente fama en relación a otras metodologías en situaciones de extrema complejidad31, no es menor el dato de que los mayores éxitos en estas pericias odontológicas se han sustentado claramente en el haber contado con fotografías, radiografías o modelos3,5,13.
Christlieb (1994)32 ha expresado sabiamente: "el significado es aquella parte de lo real que no puede aparecer en los símbolos, que no está simbolizado, y que no se puede aprehender simbólicamente. En efecto, así como los símbolos pueden epitomizarse en lenguaje, los significados pueden resumirse en imágenes". El significado de un símbolo representa al objeto visto, olfateado, palpado y oído, imágenes que surgen detrás del símbolo y representan la variabilidad que precisamente sustenta a la individualización. Se ha planteado que el odontograma como sistema geométrico, elimina condicionantes subjetivos de tamaño y conformación de caries y obturaciones haciéndolo más sencillo y, por ende, universalmente aceptado y con un aval estadístico33,34. Al carecer de elementos anatómicos, y con ello explicitando la sola representación simbólica de los diferentes tratamientos realizados o por realizar, la dinámica, la inestabilidad biológica y la misma diversidad morfológica no pueden ser representadas de ninguna manera, elementos todos de fuerza inigualable a la valoración identificatoria. Creemos que el perito debería categorizar los datos identificatorios de origen dental, priorizando aquellos que representan un mayor espectro sensible de formas: fotografías, radiografías, modelos (sólo "sugeridos" por, la FDI, ABFO, IOFOS -International Organization of Forensic Odonto-Stomatology- y la misma INTERPOL) por sobre aquellos meramente ilustrativos o limitados; la obligatoriedad de los registros odontológicos hoy se cumplimenta con la sola conservación de la historia clínica dental y sus odontogramas13. Contando hoy con una vasta pluralidad técnica en los procedimientos de registro imagenológico, en las formas de su archivo (fundamentalmente por la digitalización de la información), en el intercambio de los mismos, incluso en su accesibilidad económica, resulta curioso el todavía pretender mejorar una metodología claramente reductora en la información necesaria y de probada falibilidad, dada la dependencia de registros ante-mortem generalmente erróneos, incompletos y sesgados35,36. Aun con la mejor capacitación y experiencia de campo, el odontólogo forense conoce muy bien que "la calidad de la identificación odontológica será similar a la calidad de la información ante-mortem"37. Una identificación odontológica no debería por ningún motivo sustentarse exclusivamente en la utilización del odontograma.
Este estudio no sugiere de ninguna manera eliminar la normativa de estas formas de codificación, dada su amplia difusión en la práctica odontológica diaria, sino exponer un vacío en la investigación criminalística si la identificación de restos humanos debe basarse exclusivamente en ellas. Las condiciones expuestas en este trabajo pueden parecer poco arbitrarias; sin embargo, cabe acotar que la búsqueda del material cadavérico emulando las condiciones biológicas del individuo problema (uno de los autores) demandó sólo un par de horas, y el "imitar" las restauraciones operatorias es una maniobra al alcance de cualquier profesional odontólogo. Las condiciones supuestas del hallazgo de la mandíbula no son más que situaciones comunes de ver en la prensa en nuestros días38. Respecto a los restos formolizados, Martín Martín (2004) refiere: "...normalmente son los casos que entrañan la mayor dificultad puesto que lo más común es que la conservación del cadáver se realice mediante formol o derivados y está demostrado que el formol produce grandes modificaciones de los ácidos nucleicos, de tal forma que incluso es posible la no obtención de resultados de amplificación"19. Es más que importante referir que siendo el ocultamiento uno de los móviles del descuartizar a la víctima y teniendo el criminal un mínimo de conocimientos médicos, no suena locura el que recurra a este método para eliminar posibilidades de identificación de ella. Dada la imposibilidad de una perfilación genética de la víctima y teniendo los restos la cantidad y calidad de información dentaria como se presentó en este caso, ¿qué mejor que llamar al odontólogo forense para el desarrollo de su pericia? Se ha establecido que la comparación de registros odontológicos, por sí sola, posibilitaría una identificación positiva del cadáver39,40.
INTERPOL, en la edición 1997 de su "Guía de Identificación de Víctimas de Catástrofes"27 recomienda al perito formularse la siguiente pregunta: "¿podría haberse puesto un nombre equivocado en la lista de víctimas por error, o fraudulentamente por alguien que tratara de cambiar de identidad?". Tim Leech, en 1990 y como Director Ejecutivo de Control y Seguridad del NCM (Canadá), hacía lo propio: "...si yo quisiera estafar a esta organización, ¿de qué manera lo haría?"41. En marzo del año 1979 era descubierto, en una región montañosa suiza, el cuerpo desnudo de una mujer en avanzado estado de putrefacción y envuelto en bolsas de plástico. Su identificación se tornó extremadamente dificultosa debido a que su marido adulteró de manera intencional el odontograma provisto por el odontólogo de la occisa, para el uso de la policía local. Era con la publicación de este caso en 1982, que Imobersteg42 exponía la falla de un proceso de investigación criminal apoyado exclusivamente en la utilización del odontograma.
El error diagnóstico expuesto en este trabajo demuestra una falla en la naturaleza misma del procedimiento y no en la aplicación que los profesionales odontólogos hicieron de él. La identificación odontológica no puede basarse exclusivamente en el cotejo de información simbólica pues aumenta considerablemente las posibilidades de sesgo o fraude durante el procedimiento. Sin embargo, este trabajo no pretende de ninguna manera menoscabar al profesional odontoestomatólogo como auxiliar en la identificación médico-legal, sino proponer la obligatoriedad en el registro y conservación de recursos más confiables (radiografías, modelos, fotografías, prótesis en desuso, etc.) por parte del profesional clínico generalista -eventual información ante-mortem-, y sugerir la mayor de las atenciones a las comparaciones ante y post-mortem aludiendo a los elementos morfológicos contenidos en estos recursos, claramente no expresados en los odontogramas, difícilmente abordables por profesionales no idóneos e incuestionablemente competentes a la función del odontoestomatólogo forense.
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