
Este ha sido uno de los requerimientos más frecuentes del Derecho hacia la Psicología, en otros aspectos el Derecho puede mostrarse reticente a aceptar la ayuda de la Psicología, pero ante un aspecto crucial y plenamente humano resulta atraído por el conocimiento de esta disciplina. A esto se suma el mito de que los psicólogos tenemos estrategias mágicas para conocer en profundidad a las personas, cuando lo que realmente se ha hecho es una observación sistemática que permitió identificar indicadores conductuales, lingüísticos y fisiológicos de la verdad. A estas estrategias es a la que se dedica la presente digresión.
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